viernes, 17 de agosto de 2012

MANUEL JOSE CASTILLA, POETA

 

En el mes de agosto, el 14 de agosto de 1918

nace el poeta MANUEL JOSE CASTILLA


Manuel José Castilla (Cerrillos, 1918 - Salta, 1980), habitualmente citado como Manuel J. Castilla, fue un poeta argentino.

Nació en la casa ferroviaria de la estación de Cerrillos (en la provincia de Salta) en 1918.

Fue un escritor cuya raíz folclórica siempre estuvo presente en su obra. Su poesía celebratoria, identificada con el hombre, su tierra natal y la naturaleza, alcanzó su punto más alto en Copajira (1949) donde tiene como protagonistas a mineros de Bolivia.

Fue uno de los fundadores del movimiento La Carpa que aglutinó a grandes poetas del noroeste argentino como Raúl Galán, Julio Ardiles Gray, María Adela Agudo, María Elvira Juárez, Sara San Martín de Dávalos, entre otros durante los años cuarenta.

También fue periodista en los diarios El intransigente y Salta, autor de letras de canciones y recopilador de coplas folclóricas.

Escribió la letra de muchas obras musicalizadas por su inseparable amigo, el Cuchi Leguizamón, hoy clásicos pero que en su momento contribuyeron a la renovación del folclore argentino. Esto ha ocasionado que muchos lo tomen por un poeta menor, no reparando en el hecho de que su obra extensa y diversa mereció muchas veces el reconocimiento oficial. Sin haber sido uno de sus fundadores, los aportes de Castilla en ese sentido pueden enmarcarse dentro del Movimiento del Nuevo Cancionero.

No obstante, como ya hemos dicho, su obra literaria fue largamente celebrada y premiada. En 1957 obtuvo el Premio Regional de Poesía del Norte (1954-1956, Dirección General de Cultura de la Nación). Por su libro "Norte Adentro" recibió el Premio "Juan Carlos Dávalos". En el período 1958-1960 el Gobierno de Salta lo distinguió por el poemario "El cielo lejos". Por "Bajo las lentas nubes" Premio del Fondo Nacional de las Artes (Mendoza 1962-64). En 1967 Tercer Premio Nacional de Poesía por su obra "Posesión entre pájaros". Entre otras de sus más importantes distinciones se incluyen el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (1973), el Primer Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Educación y Cultura de la Nación (trienio 1970-72) y el Primer Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Educación y Cultura de la Nación (trienio 1973-75). Falleció en Salta, el 19 de julio de 1980.

La poesía de Castilla es una poesía de vuelo poético, ligada al paisaje y al hombre. Si bien esta característica es compartida en mayor o menor medida por la poesía de todo el interior de la Argentina, en el caso de Castilla cobra una dimenisón diferenciadora. Con fuertes influencias de la llamada "poesía del Pacífico" donde convergen la copla castiza con la poética de hombres como Vallejo, Pablo de Rokha, Nicomedes Santa Cruz y Pablo Neruda, entre otros, 
la poesía "del barba Castilla" aparece fusionada con elementos de las cosmovisiones de la América imemorial, su prosa poética "De sólo estar" es harto ilustrativa en ese sentido, el personaje es el "tiempo" y la acción transcurre en un presente durativo: el mundo está aconteciendo ante los ojos del poeta.

La literatura de Castilla tuvo una amplia influencia en toda la literatura del Noroeste argentino y del interior en general, fue él el primero en introducir la poesía social en ese ámbito.
Falleció en Salta en 1980.

Obras

  • Agua de lluvia (1941)
  • Luna muerta (1944)
  • La niebla y el árbol (1946)
  • Copajira (1949, 1964, 1974)
  • La tierra de uno (1951, 1964)
  • Norte adentro (1954)
  • De solo estar, prosa, (1957)
  • El cielo lejos (1959)
  • Bajo las lentas nubes (1963)
  • Amantes bajo la lluvia (1963)
  • Posesión entre pájaros (1966)
  • Andenes al ocaso (1967)
  • Tres veranos (1970)
  • El verde vuelve (1970)
  • Cantos del gozante (1972)
  • Triste de la lluvia (1977)
  • Cuatro carnavales (1979)
  • Coplas de Salta, prosa (1972)
fuente: wikipedia
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Lo recuerdo al barbudo Castilla a fines de los años 60, caminando por las calles de Salta, pulcro, algo desaliñado, sonriente, de mirada soñadora y bondadosa. Conservó toda la vida el pelo oscuro, en cambio lucía la barba completamente blanca. Irónicamente comentaba a sus amistades: "¿Saben por qué tengo la cabeza negra y la barba blanca? Porque siempre hice trabajar más la papada que la pensadora", cerrando la ocurrencia con una carcajada.

Manuel J. Castilla formó parte de un grupo de líricos salteños que marcó una época en la literatura norteña, allá por los años 40. Veinte años más tarde algunos de ellos protagonizarían ese gran movimiento cancionero conocido como "el auge del folklore de los años 60", que trascendió a todo el país. Ellos fueron herederos del sentir comarcano de Juan Carlos Dávalos, patriarca y pionero de la novela, el cuento y la poesía del noroeste argentino.

Además de Castilla, ese grupo estuvo integrado por Jaime y Arturo Dávalos, José Ríos, César Perdiguero, Julio Santos Espinosa, Ariel Petrocelli y Aráoz Anzoátegui, por citar algunos nombres. 

Es preciso agregar a los músicos, solistas y conjuntos que difundieron la obra de los nombrados por medio de la canción: Eduardo Falú, Gustavo Leguizamón, José Juan Botella, Los Chalchaleros, Los Fronterizos, Los Cantores del Alba, Los de Salta, Los Nombradores y Jorge Cafrune, entre otros.

Manuel nació en Cerrilos, Salta, el 14 de agosto de 1918, allí el padre era jefe de la estación ferroviaria. Transcurrió su infancia presenciando desde los andenes la llegada y el paso alegre de los trenes, en medio de un paisaje de encantamiento, por momentos invadido por ráfagas de humo. 

En los primeros escritos recordaría con nostalgia esas épocas en el poema "El Tren": "Madre/ ya viene el tren con su alegría/ y el crisantemo de humo que desgrana/ No sé por qué te siento más lejana/ cuando miro tu melancolía". "Oh, padre, adiós perdido en los andenes/ donde no sé por qué yo siempre espero".

El barbudo gustaba de la bohemia con amigos, acompañada por el vaso cordial. Así solía amanecerse en el boliche de Valderrama con el Cuchi Leguizamón, José Ríos y Perdiguero, hermanos de sueños y emociones, disfrutando momentos plenos de poesía; o en lo de cualquier otro lírico de la época, también creando, recitando con canto y guitarra de por medio.

Pese a haber vivido dentro de una calma provinciana tuvo una vida matizada, incluso fue hombre de mundo. Con César Perdiguero anduvo por España, Estados Unidos y México. En España conoció a Eduardo López Chavarri, destacado musicólogo y crítico de arte español.

El talento de Castilla estaba consolidado por una gran formación, nutrida principalmente de los clásicos castellanos y otras fuentes de la literatura universal. 
Fue titiritero, director de la Biblioteca Victorino de la Plaza, periodista del diario El Tribuno, de la capital salteña, pero fundamentalmente poeta.

En épocas de carnaval acostumbraba a perderse en las serranías calchaquíes para vivir esa fiesta y divertirse con el pueblo. En una ocasión viajó con el Cuchi Leguizamón a La Poma y en una carpa se trenzaron con Eulogia Tapia en una amable payada de coplas. Resultó ganadora la moza bagualera. De esa vivencia nació "La Pomeña", que ambos le dedicaron a la muchacha. El tema, de gran trascendencia, comienza diciendo: "Eulogia Tapia en la Poma/ al aire va su cintura/ si pasa sobre la arena/ y va pisando la luna".

Manuel, también fue peregrino por tierras americanas, anduvo norte arriba visitando Perú y Bolivia, países que lo fascinaban, quizás por alguno de sus ancestros altoperuanos y por la cultura de siglos atesorada por el pueblo boliviano, orgulloso de su identidad. Allá conoció el ambiente minero y vivió de cerca el drama de los trabajadores. Esas vivencias dieron origen al libro "Copajira". Uno de sus versos, "La Palliri" (mujer que trabaja en las minas) sentencia: "La Palliri no canta/ ni tampoco hila sueños"./ "Y no sabe que a ratos/ entre sus brazos recios / se le duerme el martillo/ como un niño de hierro/".

La producción cancionera de Castilla es muy vasta, con Leguizamón formó una importante dupla autoral. Aparte de La Pomeña compusieron otros temas de trascendencia como Zamba del Pañuelo, Balderrama, La Arenosa y Canción de Totoralejos, entre otros. En la composición también se unió a Cayetano Saluzzi, Fernando Portal, Rolando Valladares y Eduardo Falú.

Hace tres décadas que Manuel partió a las estrellas (18 de julio de 1980), pero perduran sus poemas y canciones en el tiempo, que hicieron trascender con sentimiento y belleza el misterio del paisaje de su Salta, La Linda.


Por Héctor García Martínez
Para LA NACION -
Domingo 26 de diciembre de 2010
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MANUEL J. CASTILLA
Manuel J. Castilla nació en la casa ferroviaria de la Estación de Cerrillos (Salta), el día 14 de agosto de 1918. Realizó estudios primarios en la Escuela Zorrilla para luego estudiar el secundario en el Colegio Nacional de su provincia natal.
Se dedicó al periodismo y las letras. Es uno de los escritores fundadores del grupo "La Carpa". Además de sus colaboraciones en diarios y revistas nacionales, publicó los siguientes poemarios:
Agua de lluvia (1941), Luna Muerta (1944), La niebla y el árbol (1946), Copajira (1949,1964, 1974), La tierra de uno (1951, 1964), Norte adentro (1954), El cielo lejos (1959), Bajo las lentas nubes (1963), Amantes bajo la lluvia (1963), Posesión entre pájaros (1966), Andenes al ocaso (1967), Tres veranos (1970), El verde vuelve (1970) y Cantos del gozante (1972), Triste de la lluvia (1977), Cuatro Carnavales (1979). También publicó un texto en prosa: De solo estar (dos ediciones en 1957) y el libro Coplas de Salta (1972, con prólogo y recopilación de Castilla).
En 1957 obtuvo el Premio Regional de Poesía del Norte (trienio 1954-56, Dirección General de Cultura de la Nación), por su libro Norte adentro fue galardonado con el Premio "Juan Carlos Dávalos" para obras de imaginación en la producción literaria (trienio 1958-60, Gobierno de Salta) por el poemario El cielo lejos, y con el Premio del Fondo Nacional de las Artes (Mendoza, Trienio 1962-64) por su libro Bajo las lentas nubes. En 1967 recibió el Tercer Premio Nacional de Poesía por su obra Posesión entre pájaros. Entre otras de sus más importantes distinciones se incluyen el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (1973), el Primer Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Educación y Cultura de la Nación (trienio 1970-72) y el Primer Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Educación y Cultura de la Nación (trienio 1973-75). Falleció en Salta, el 19 de julio 1980 por razones de diabetes.
En la escritura de Manuel J. Castilla convergen narración, poesía y mito. En el libro De sólo estar, la estructura prosaica y la intensidad lírica condensan la presencia de los mitos del tiempo y del carnaval. La línea de conciencia social trazada por Castilla en su producción lírica y narrativa es fundante en la literatura del NOA y posteriormente otros escritores retomarán esa problemática, como Héctor Tizón, Daniel Moyano, Francisco Zamora o Carlos Hugo Aparicio.

EL GOZANTE
Me dejo estar sobre la tierra porque soy el gozante.
El que bajo las nubes se queda silencioso.
Pienso: si alguno me tocara las manos
se iría enloquecido de eternidad,
húmedo de astros lilas, relucientes.
Estoy solo de espaldas transformándome.
En este mismo instante un saurio me envejece y soy
leña
y miro por los ojos de las alas de las mariposas
un ocaso vinoso y transparente.
En mis ojos cobijo todo el ramaje vivo del quebracho.
De mi nacen los gérmenes de todas las semillas y los riego con rocío.
Sé que en este momento, dentro de mí,
nace el viento como un enardecido río de uñas y de
agua.
Dentro del monte yazgo preñado de quietudes furiosas.
A veces un lapacho me corona con flores blancas
y me bebo esa leche como si fuera el niño más viejo
de la tierra.
De cara al infinito
siento que pone huevos sobre mi pecho el tiempo.
Si se me antoja, digo, si esperase un momento,
puedo dejar que encima de mis ingles
amamante la luna sus colmillos pequeños.
Zorros la cola como cortaderas,
gualacates rocosos,
corzuelas con sus ángeles temblando a su costado,
garzas meditabundas
yararás despielándose,
acatancas rodando la bosta de su mundo,
todo eso está en mis ojos que ven mi propia triste
nada y mi alegría.
Después, si ya estoy muerto,
échenme arena y agua. Así regreso.



LA POMEÑA


Eulogia Tapia en La Poma
al aire da su ternura
si pasa sobre la arena
y va pisando la luna.


El trigo que va cortando
madura por su cintura.
mirando flores de alfalfa
sus ojos negros se azulan.
El sauce de tu casa
está llorando
porque te roban, Eulogia
carnavaleando.
La cara se le enharina,
la sombra se le enarena
Cantando y desencantando
se le entreveran las penas.
Viene en un caballo blanco
la caja en su mano tiembla
y cuando se hunde en la noche
en una dalia morena.



LETRA: Manuel J. Castilla
MÚSICA: Gustavo (Chuchi) Leguizamón


FUENTE: PORTAL DE SALTA.gov.ar
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